¡¡Qué razón tenía Pedro!!
Pedro, el sabio, un día me habló del pensamiento, del lenguaje y la lectura... y de por qué no le gustaba leer y sólo lo hacía cuando le era indispensable para seguir avanzando en su camino. Me explicó cómo, según la filosofía oriental, quizás la más convergente con el resto de las que he conocido hasta ahora, el escapar al pensamiento era un gran paso para llegar a la unidad del universo... O, la forma más cercana a mi interpretación, cómo el pensamiento entendido como la interiorización del lenguaje es una traba a la hora Comprender de forma más profunda, o si quereis más rica, con mayor número de matices, que lo que la hermética caja del lenguaje nos permite.
Más tarde, aunque yo ya había tratado de experimentarlo de forma más o menos casera y no rebosante de interés, descubrí que esa vía era una de las utilizadas en la meditación al terminar la práctica del kung fu.
Pero hay más...
el lenguaje no sólo va a condicionar la serie de razonamientos lógicos que se dan en nuestra mente. Al mismo tiempo acota el universo de nuestros sentidos... esto es, no hay más colores que los que podemos nombrar, ni más sabores... En otro plano quizás, tampoco hay más tipos de relaciones entre seres humanos simplemente por el hecho de que no tenemos palabras para definirlas.
Cambiar los términos, es decir, los vocablos, para referirse a algún hecho, a algún partido político, a alguien en concreto... contribuye a cambiar de forma profunda la visión subjetiva que la sociedad puede tener. Esto se sabe y es practicado a menudo por medios de comunicación y por políticos: supongo que no pilla muy lejos la invención aznariana de "movimiento vasco de liberación" durante la negociación de su gobierno con ETA y la posterior rebautización como ETA cuando se encontraban de nuevo en la oposición.
Pero volviendo de nuevo al pensamiento y al lenguaje, me gustaría compartir alguna experiencia personal. Algo interesante que he podido experimentar han sido los cambios que en mi cabeza acontecían cuando empezaba a hablar de forma continua otros idiomas, dígase inglés, dígase alemán.
Por un lado la desespecialización, que en parte lamento. Me refiero a una ralentización a la hora de encontrar el termino exacto en castellano. Sin embargo, me gustaría creer que lejos de haber cerrado aún más las fronteras, la desorganización de mi cerebro me está permitiendo salir un poco por los resquicios que van quedando y así tener una oportunidad más de investigar la verdadera naturaleza de la realidad. No sólo al tener un mayor número de términos para definirla sino también al hacerme quedar en blanco, just feeling, ante algunas situaciones, las cuales me sorprenden con una familiaridad inusitada, ese tipo de familiaridad como la que causa un olor que de pronto nos transporta profundamente lejos, a nuestra juventud, a aquel poyete de playa, con el calor y la luz y los pies llenos de arena.
No podría haber introducido de mejor manera el video de Redes, el estupendo programa de televisión (madrugada de los domingos en La 2), que con esa cadena de sensaciones. Cómo un olor puede ser realmente arena en los pies podría ser interpretado como Sinestesía. Sobre esto trata el programa, sobre la capacidad de algunas personas de explorar la realidad del mundo con varios sentidos a la vez. Una capacidad que es probable que todos hubiéramos tenido al nacer y que con el paso del tiempo hubiésemos ido compartimentando entre otras cosas con la ayuda del lenguaje.
El lenguaje ha sido la principal herramienta en la historia de la evolución humana, sin él no hubiéramos llegado muy lejos. Pero ha tenido también un coste importante: matices, sentimientos, relaciones...
Por todo ello quiero romper una lanza a favor del escape del lenguaje, al menos temporalmente. A favor de la realidad que se nos escapa y que tal vez podemos tratar de perseguir un poco más. A favor del maestro Pedro.
Pedro, el sabio, un día me habló del pensamiento, del lenguaje y la lectura... y de por qué no le gustaba leer y sólo lo hacía cuando le era indispensable para seguir avanzando en su camino. Me explicó cómo, según la filosofía oriental, quizás la más convergente con el resto de las que he conocido hasta ahora, el escapar al pensamiento era un gran paso para llegar a la unidad del universo... O, la forma más cercana a mi interpretación, cómo el pensamiento entendido como la interiorización del lenguaje es una traba a la hora Comprender de forma más profunda, o si quereis más rica, con mayor número de matices, que lo que la hermética caja del lenguaje nos permite.
Más tarde, aunque yo ya había tratado de experimentarlo de forma más o menos casera y no rebosante de interés, descubrí que esa vía era una de las utilizadas en la meditación al terminar la práctica del kung fu.
Pero hay más...
el lenguaje no sólo va a condicionar la serie de razonamientos lógicos que se dan en nuestra mente. Al mismo tiempo acota el universo de nuestros sentidos... esto es, no hay más colores que los que podemos nombrar, ni más sabores... En otro plano quizás, tampoco hay más tipos de relaciones entre seres humanos simplemente por el hecho de que no tenemos palabras para definirlas.
Cambiar los términos, es decir, los vocablos, para referirse a algún hecho, a algún partido político, a alguien en concreto... contribuye a cambiar de forma profunda la visión subjetiva que la sociedad puede tener. Esto se sabe y es practicado a menudo por medios de comunicación y por políticos: supongo que no pilla muy lejos la invención aznariana de "movimiento vasco de liberación" durante la negociación de su gobierno con ETA y la posterior rebautización como ETA cuando se encontraban de nuevo en la oposición.
Pero volviendo de nuevo al pensamiento y al lenguaje, me gustaría compartir alguna experiencia personal. Algo interesante que he podido experimentar han sido los cambios que en mi cabeza acontecían cuando empezaba a hablar de forma continua otros idiomas, dígase inglés, dígase alemán.
Por un lado la desespecialización, que en parte lamento. Me refiero a una ralentización a la hora de encontrar el termino exacto en castellano. Sin embargo, me gustaría creer que lejos de haber cerrado aún más las fronteras, la desorganización de mi cerebro me está permitiendo salir un poco por los resquicios que van quedando y así tener una oportunidad más de investigar la verdadera naturaleza de la realidad. No sólo al tener un mayor número de términos para definirla sino también al hacerme quedar en blanco, just feeling, ante algunas situaciones, las cuales me sorprenden con una familiaridad inusitada, ese tipo de familiaridad como la que causa un olor que de pronto nos transporta profundamente lejos, a nuestra juventud, a aquel poyete de playa, con el calor y la luz y los pies llenos de arena.
No podría haber introducido de mejor manera el video de Redes, el estupendo programa de televisión (madrugada de los domingos en La 2), que con esa cadena de sensaciones. Cómo un olor puede ser realmente arena en los pies podría ser interpretado como Sinestesía. Sobre esto trata el programa, sobre la capacidad de algunas personas de explorar la realidad del mundo con varios sentidos a la vez. Una capacidad que es probable que todos hubiéramos tenido al nacer y que con el paso del tiempo hubiésemos ido compartimentando entre otras cosas con la ayuda del lenguaje.
El lenguaje ha sido la principal herramienta en la historia de la evolución humana, sin él no hubiéramos llegado muy lejos. Pero ha tenido también un coste importante: matices, sentimientos, relaciones...
Por todo ello quiero romper una lanza a favor del escape del lenguaje, al menos temporalmente. A favor de la realidad que se nos escapa y que tal vez podemos tratar de perseguir un poco más. A favor del maestro Pedro.