lunes, 6 de abril de 2009

Princesa...

Tus manos...

Tus manos... son tus manos... son jóvenes, son alegres... son una vía de escape, una forma de abstraerse del mundo, de volar allende... son palabras amables, voces sinceras que dan paz al enfermo, ternura al necesitado, tranquilidad al impaciente... pero también resuenan, vibran como cuerdas de guitarra cuando acogen mis dedos, huérfanos del aire, en un rincón cálido y aterciopelado en el momento en que la lluvia, el viento y el frío de las miradas ajenas, sedientos puñales de gélido celo forjados, acechan mis dígitos intranquilos. Es entonces cuando te buscan y se esconden y emergen y te encuentran porque tus manos también son esquivas, rápidas, caprichosas, y sólo brindan su gracia a quien merece su divino tacto.


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